El príncipe Dietbert, el cuarto y menor hijo del rey, muestra poco interés por las cosas, excepto cuando se trata de las mujeres. Hoy, en el día de su decimoctavo cumpleaños, su vida cambiará radicalmente...

Mientras el príncipe rana es atrapado en un campo, Anna está emocionada por saber que pronto va a conocer a un campeón mundial de esgrima...

A diferencia de Anna, Mary quiere tener un novio. El hermano de Anna ha cazado una rana, cuyo nombre deja a Anna de repente pensativa.

Anna consigue salvar a la rana de su hermano y decide besarlo...

Anna se encuentra ahora frente a un problema: ¿cómo va a explicar a su entorno, especialmente a su familia, quién es Dietbert?

Dietbert recibe nueva vestimenta y un nuevo peinado, pero mantiene hábitos extraños. Mientras tanto, Anna trata de obtener el permiso de su madre para hospedar a Dietbert en casa.

En una tienda de mascotas, Dietbert quiere comprar larvas de mosca y descubre que el dueño de la tienda es el mago Gorm...

Dietbert está convencido de poder ganarse el amor de Anna, pero Anna está más bien preocupada en ocultar su identidad de su familia y otros compañeros del colegio.

Practicamente, el príncipe se transforma de una cosa a otra sólo con besarle, así Anna no tiene que decir a sus padres, especialmente a su madre, nada sobre él. Pero en la mañana, él ha desaparecido...

Después de una larga búsqueda en el parque, Anna por fin encuentra a Dietbert.

Dietbert acompaña a Anna a las clases de esgrima y piensa que ha descubierto en el profesor a un competidor. Así que, le reta a un duelo de esgrima.

Dietbert gana el duelo de esgrima, pero su comportamiento no le gusta a Anna en absoluto. Así que, lo deja plantado.

Después de sacarlo de la fiesta de Vanessa, Anna le dice a Dietbert que todavía está dispuesta a ayudarlo a romper el hechizo.

Dietbert explica su problema y queda claro que Anna no sólo quiere ayudarlo, sino que también le gusta mucho.

El Maestro Gorm descubre cómo es posible que Dietbert no se convierta en una rana para el resto de su vida. Pero esta opción no gusta ni al príncipe ni a Anna...